Hablan. Hablan. Hablan.
Les encanta hablar y disfrutan con ello.
No tienen ni puta idea de nada, pero ellos siguen.
Cuéntales tus problemas, tus inquietudes y pídeles que sean discretos. Al día siguiente saldrá retransmitido por la 1.
Ellos hablan. Sin miedo. No tienen nada que perder y ganan en cotilleos, en marujeo y chinchorreos varios.
Pero las jirafas no somos tontas, aunque tengamos ciertas limitaciones.
Y hasta aquí llegó todo esto.
Mi paciencia tocó fondo, y es un fondo rocoso y algo desagradable.
Mis inquietudes. Mis penas. Mis dudas y sentimientos, quedan para siempre guardados en el cofre más interno dentro de mí.
Enhorabuena por vuestra labor, lenguas bífidas.